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miércoles, 12 de mayo de 2010
Alimento balanceado para peces...
Producir más alimentos sin dañar la Madre Tierra...
Esta iniciativa forma parte de la estrategia para fortalecer el sector agrario y preservar el entorno, así como también evitar el desembolso de divisas al ser reemplazados notables volúmenes de fertilizantes químicos.
Cada tonelada de compuestos industriales de fórmula completa (nitrógeno, fósforo y potasio), cuesta cerca de 800 dólares en el mercado externo, en dependencia de la nación que proceda, señalan especialistas en el sector.
"Desde hace varios años Ciego de Ávila enriquece su capa vegetal con humus de lombriz, compost, nutrientes orgánicos y biofertilizantes, tanto en la agricultura estatal como en la cooperativa y campesina", afirma Osmany Martín Mena, experto en suelos y fertilizantes.
El empleo de la lombricultura y los desperdicios de cosechas ayudó a que el territorio produjera de enero a abril más de 100 000 toneladas de viandas, granos, hortalizas y frutales.
Pedro Unsué, a cargo de esta labor en la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) en la provincia, destaca que son más de 8 300 los cooperativistas que utilizan humus y residuos para vigorizar los nuevos sembrados.
"La puesta en marcha de la agricultura suburbana en el municipio de Ciego de Ávila y la entrega de tierras en usufructo contribuyen también al aumento en esta práctica", destaca Unsué.
Entre las Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA) sobresalientes se encuentran la Solidaridad Cuba-Canadá, El Vaquerito, Roberto Carvajal y Revolución de Octubre, esta última dispone, además, de un centro reproductor de entomófagos y entomopatógenos.
Otras experiencias similares poseen las empresas de cultivos varios La Cuba, Arnaldo Ramírez, El Mambí y Juventud Heroica, además de la citrícola de Ceballos y los organopónicos y huertos intensivos dentro de pueblos y ciudades.
Individualmente, se distingue Ariel González, de la Cooperativa de Crédito y Servicios José Martí, quien con humus de lombriz y buen sistema agrotécnico logró duplicar los rendimientos de frijoles y frutabomba por hectárea.
"Es realidad -afirma González- que si el hombre sirve, el campo también; por eso me esfuerzo para que mi finca mantenga los lauros otorgados por el Grupo Nacional de la Agricultura Urbana y Suburbana."
Este estilo de trabajo de los agricultores avileños se extiende a las parcelas de autoabastecimiento de empresas y organismos, a fin de que los plantíos aporten más alimentos sin dañar la Madre Tierra.
Cada tonelada de compuestos industriales de fórmula completa (nitrógeno, fósforo y potasio), cuesta cerca de 800 dólares en el mercado externo, en dependencia de la nación que proceda, señalan especialistas en el sector.
"Desde hace varios años Ciego de Ávila enriquece su capa vegetal con humus de lombriz, compost, nutrientes orgánicos y biofertilizantes, tanto en la agricultura estatal como en la cooperativa y campesina", afirma Osmany Martín Mena, experto en suelos y fertilizantes.
El empleo de la lombricultura y los desperdicios de cosechas ayudó a que el territorio produjera de enero a abril más de 100 000 toneladas de viandas, granos, hortalizas y frutales.
Pedro Unsué, a cargo de esta labor en la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) en la provincia, destaca que son más de 8 300 los cooperativistas que utilizan humus y residuos para vigorizar los nuevos sembrados.
"La puesta en marcha de la agricultura suburbana en el municipio de Ciego de Ávila y la entrega de tierras en usufructo contribuyen también al aumento en esta práctica", destaca Unsué.
Entre las Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA) sobresalientes se encuentran la Solidaridad Cuba-Canadá, El Vaquerito, Roberto Carvajal y Revolución de Octubre, esta última dispone, además, de un centro reproductor de entomófagos y entomopatógenos.
Otras experiencias similares poseen las empresas de cultivos varios La Cuba, Arnaldo Ramírez, El Mambí y Juventud Heroica, además de la citrícola de Ceballos y los organopónicos y huertos intensivos dentro de pueblos y ciudades.
Individualmente, se distingue Ariel González, de la Cooperativa de Crédito y Servicios José Martí, quien con humus de lombriz y buen sistema agrotécnico logró duplicar los rendimientos de frijoles y frutabomba por hectárea.
"Es realidad -afirma González- que si el hombre sirve, el campo también; por eso me esfuerzo para que mi finca mantenga los lauros otorgados por el Grupo Nacional de la Agricultura Urbana y Suburbana."
Este estilo de trabajo de los agricultores avileños se extiende a las parcelas de autoabastecimiento de empresas y organismos, a fin de que los plantíos aporten más alimentos sin dañar la Madre Tierra.
Cría de rana toro, salto productivo
El pequeño invernadero y la rusticidad de los estanques donde los ranicultores mexiquenses crían rana toro, contrasta con las grandes oportunidades que existen en el mercado estadounidense para comercializar esta especie sui generis, exótica, antiquísima, que tiene un lugar reservado en la cocina internacional como platillo gourmet.
En un país donde el medio rural tiene escasos incentivos, en el que la constante ha sido la falta de fomento a este tipo de actividades -que muchas veces son vistas desde una óptica limitada y no como una verdadera posibilidad de negocio-, la cría de la especie puede abrir una vertiente de desarrollo regional importante.
La rana toro es originaria de Estados Unidos y se introdujo a territorio mexicano en 1925, donde los productores del medio rural la han adoptado para su explotación comercial. En el Estado de México existen 14 criaderos de rana en los que se producen 52 toneladas para abastecer el mercado de este tipo de carne, pero esta actividad aún es incipiente.
En México no hay cultura extendida en el consumo de rana. Existen dos tipos de mercado: el tradicional, personas que habitaban las cuencas aledañas al río Lerma, Xochimilco, Pátzcuaro, Chapala y Texcoco; y los restaurantes de alto gourmet, especializados en cocina europea.
El gran mercado natural de rana es el de exportación, sobre todo hacia Estados Unidos, cuya demanda es de tres a cuatro mil toneladas de ancas y en Europa la cifra llega a 10 mil, pero sólo unas 800 toneladas provienen de sus sistemas de cultivo, según especialistas.
El gobierno de esta entidad impulsa la cría de rana toro a través del sistema denominado confinamiento intensivo bajo invernadero, como es el caso del ranicultor Mario Hernández Samaniego, quien encabeza un negocio familiar, por conducto de la Asociación local de producción rural, en Los Cotones, San Pedro Tlaltizapán.
Durante una visita a esta unidad de producción semitecnificada, el especialista Alejandro Lili Muñoz aseguró que ésta es considerada como una de las mejores plantas prototipo del país y un modelo de ranicultura.
Los indicadores económicos basados en la experiencia de productores y proyecciones de especialistas indican que hay muchas perspectivas para dicha actividad, sin embargo, falta fomentarla, reconoció.
Lili Muñoz es jefe del Centro Acuícola La Paz, ubicado en Villa Guerrero, único en el país que provee cría de rana toro para determinado número de productores, una de las limitantes para el desarrollo de la ranicultura. Por eso es importante que los ranicultores puedan abarcar todo el ciclo completo de producción para que no tengan que depender del gobierno de la entidad, subraya el especialista.
La cría de rana toro se realiza en forma estabulada, buscando las mejores condiciones para aprovechar al máximo la especie. El proceso de producción dura de dos a cuatro meses y la talla comercial es de 200 gramos en adelante, explica Hernández Samaniego, ya que con más de 350 gramos la carne es fibrosa.
Otra ventaja es que en confinamiento la rana cumple con los requerimientos de calidad y sanidad, por lo que está libre de parásitos en contraste con la silvestre que muchas veces sí presenta este problema.
Alejandro Lili indica que la actividad es rentable, ya que por cada peso que se invierte se obtienen 130. Un salto cuantitativo en términos monetarios.
Uno de los aspectos que se busca mejorar es la forma de sacrificar a los animales, que hoy se desnucan, por lo que las autoridades diseñan una mesa especial para pequeños productores de la especie. La idea es tener un proceso donde en ningún momento se toquen vísceras, las cuales se depositan en recipientes herméticos y se colocan en otro lado. Incluso, la sangre no va al agua residual, todo se separa en bolsas y el lavado se realiza con agua desinfectada.
El criadero de Mario Hernández comenzó con un capital de 250 mil pesos y ya suma 750 mil, pero pretende expandirse al abrir una zona de sacrificio (rastro). Puede producir de tres a siete toneladas de rana al año, que se consumen al 100 por ciento en el Estado de México.
Autoridades y productores realizan esfuerzos por enviar lotes por medio de una empresa comercializadora hacia Estados Unidos y Canadá.
Durante el recorrido por esta unidad de producción, Mario Hernández dice que la rana toro tiene muchas ventajas productivas y es un buen alimento, además "lo único que no se come son los huesos", como comprobamos en la comida que ofrecieron al término de la visita
En un país donde el medio rural tiene escasos incentivos, en el que la constante ha sido la falta de fomento a este tipo de actividades -que muchas veces son vistas desde una óptica limitada y no como una verdadera posibilidad de negocio-, la cría de la especie puede abrir una vertiente de desarrollo regional importante.
La rana toro es originaria de Estados Unidos y se introdujo a territorio mexicano en 1925, donde los productores del medio rural la han adoptado para su explotación comercial. En el Estado de México existen 14 criaderos de rana en los que se producen 52 toneladas para abastecer el mercado de este tipo de carne, pero esta actividad aún es incipiente.
En México no hay cultura extendida en el consumo de rana. Existen dos tipos de mercado: el tradicional, personas que habitaban las cuencas aledañas al río Lerma, Xochimilco, Pátzcuaro, Chapala y Texcoco; y los restaurantes de alto gourmet, especializados en cocina europea.
El gran mercado natural de rana es el de exportación, sobre todo hacia Estados Unidos, cuya demanda es de tres a cuatro mil toneladas de ancas y en Europa la cifra llega a 10 mil, pero sólo unas 800 toneladas provienen de sus sistemas de cultivo, según especialistas.
El gobierno de esta entidad impulsa la cría de rana toro a través del sistema denominado confinamiento intensivo bajo invernadero, como es el caso del ranicultor Mario Hernández Samaniego, quien encabeza un negocio familiar, por conducto de la Asociación local de producción rural, en Los Cotones, San Pedro Tlaltizapán.
Durante una visita a esta unidad de producción semitecnificada, el especialista Alejandro Lili Muñoz aseguró que ésta es considerada como una de las mejores plantas prototipo del país y un modelo de ranicultura.
Los indicadores económicos basados en la experiencia de productores y proyecciones de especialistas indican que hay muchas perspectivas para dicha actividad, sin embargo, falta fomentarla, reconoció.
Lili Muñoz es jefe del Centro Acuícola La Paz, ubicado en Villa Guerrero, único en el país que provee cría de rana toro para determinado número de productores, una de las limitantes para el desarrollo de la ranicultura. Por eso es importante que los ranicultores puedan abarcar todo el ciclo completo de producción para que no tengan que depender del gobierno de la entidad, subraya el especialista.
La cría de rana toro se realiza en forma estabulada, buscando las mejores condiciones para aprovechar al máximo la especie. El proceso de producción dura de dos a cuatro meses y la talla comercial es de 200 gramos en adelante, explica Hernández Samaniego, ya que con más de 350 gramos la carne es fibrosa.
Otra ventaja es que en confinamiento la rana cumple con los requerimientos de calidad y sanidad, por lo que está libre de parásitos en contraste con la silvestre que muchas veces sí presenta este problema.
Alejandro Lili indica que la actividad es rentable, ya que por cada peso que se invierte se obtienen 130. Un salto cuantitativo en términos monetarios.
Uno de los aspectos que se busca mejorar es la forma de sacrificar a los animales, que hoy se desnucan, por lo que las autoridades diseñan una mesa especial para pequeños productores de la especie. La idea es tener un proceso donde en ningún momento se toquen vísceras, las cuales se depositan en recipientes herméticos y se colocan en otro lado. Incluso, la sangre no va al agua residual, todo se separa en bolsas y el lavado se realiza con agua desinfectada.
El criadero de Mario Hernández comenzó con un capital de 250 mil pesos y ya suma 750 mil, pero pretende expandirse al abrir una zona de sacrificio (rastro). Puede producir de tres a siete toneladas de rana al año, que se consumen al 100 por ciento en el Estado de México.
Autoridades y productores realizan esfuerzos por enviar lotes por medio de una empresa comercializadora hacia Estados Unidos y Canadá.
Durante el recorrido por esta unidad de producción, Mario Hernández dice que la rana toro tiene muchas ventajas productivas y es un buen alimento, además "lo único que no se come son los huesos", como comprobamos en la comida que ofrecieron al término de la visita
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